Gabriela del Rosario Gómez Gutiérrez
Licenciatura en Comunicación
Después de muchos días, hoy volví a recordarte.
Tomé el celular y revisé nuestro chat…
Ahí estabas,
ahí estábamos
¿Qué pasó? La pregunta que jamás he podido responderme, (respondernos).
Esos mensajes de buenos días, llenos de amor,
Una emoción mutua contando los días para volver a vernos, aquellos mensajes sin previo aviso que como magia destruían los kilómetros que nos separaban tan solo con decir “¿te puedo llamar? Es que quiero oír tu voz”
Me volví a acordar de ti,
de tu voz, de tus preciosos ojos, de tu pasión,
de tus besos, nuestros besos.
Recordé quien eras cuando éramos. Un verbo conjugado que hoy ya no se pronuncia.
Te tomé de las manos una vez más, te miré a los ojos y te di un beso en la frente
como aquellos después de hacer el amor. ¿Los recuerdas?
Removí los escombros y me volví a acordar de ti. Por un momento quise decirte “vuelve” pero es cierto, pedirte que te quedaras era como rogarle a un sordo que me escuchase y a un ciego que mirase mis heridas.
Qué ironía, aún pronuncio un nosotras que poco a poco pasó a ser un ‘yo’, así, en solitario.
Levanté la mirada y vi que ya no estamos,
aunque te recuerde.
A veces, hay que volver a lo que un día amamos, pero no para recuperarlo, más bien para encontrarnos y no perdernos, no perder lo que soy. Porque todo lo que he vivido me convierte en lo que ahora ves,
incluso tú,
tu amor, tus errores, tus miedos. Tú me hiciste un poco yo.
Hoy me acordé de ti,
besé tus labios una vez más...
Abrí los ojos y te dije adiós.
Y después... al día siguiente reescribí “Hoy me acordé de ti”.