Víctor Abel Mijangos López
Lic. en Comunicación
Para Bo; sueña lindo,
que nosotros soñaremos contigo.
La blancura de tu esencia se tornó amarilla,
y lloraron tus gigantes
al presenciar tu cansancio.
Agitada viste sus rostros crispados,
las voces esforzándose por no romper
la sutileza, hablándote, consolándote.
Había una canción que era tu preferida,
la oíste horas antes del deceso,
y solo tú sabrás con qué canto
te arrulló tu madre.
El cielo se nubló en tu nombre,
Dios tornó las luces de gris,
hoy no hay sol, dijo, hoy no hay solo
porque necesitamos hacer los preparativos
de tu santa llegada.
Cayó el río cristalino,
ya no éramos solo nosotros quienes lloraban,
si no la divina naturaleza que alguna vez
te trajo y a la que hoy vuelves.
Fuiste la blanca belleza que nunca merecimos,
y aunque ahora nuestra mirada es azul,
para ti es el sueño eterno
donde algún día habremos de encontrarte,
ya sin más colores
que el blanco perfecto de tu rizado pelaje.