Nos Olvidamos de Sostener

Atzin Narváez Pérez/Lic. en Filosofía 

 

—Sé que pasaron muchos meses, sé que lo último que te dije en el aeropuerto no fueron las palabras correctas y que te hirieron, solo te pido que me entiendas… solo te pido que no te alejes de nuevo porque aún te amo —dije pegado a su espalda mientras le abrazaba.

No decía nada, no se apartó de mí, lo que de cierta manera les dio esperanza a mis sueños rotos de estar a su lado, tal parece que también quiere quedarse conmigo.

—Te entiendo… aquella vez en el aeropuerto, cuando el avión despegó, me di cuenta que solté el globo rojo- dijo con su suave voz que tanto me gusta, sin embargo, no entendía, ¿globo rojo? ¿a qué se refería?

Me separé de ella y le di la vuelta para verle a los ojos y entender de qué iba eso, porque no entendía nada de nada. Nuestras miradas se encontraron, pero no obtenía la respuesta de aquella frase.

—¿te das cuenta de lo que has hecho? Y ya que estamos en esta situación, quiero quitarme la duda, ¿leíste alguna vez los libros que con emoción te conté? -  pregunto mirando fijamente mis ojos.

—No, nunca.

—¿Por qué tengo una cicatriz en la muñeca izquierda?

—No recuerdo

—¿Qué significa regalar plantas para mí?

—No sé- cerró sus ojos por unos segundos como si meditara su siguiente pregunta. Suspira.

—¿Cuál fue tu última promesa?

—No la recuerdo- sonrió con ironía, levantó brazos para hacer un gesto de rendición y siguió su camino.

“Un globo de helio es llevado por una pequeña niña gracias a la cuerda de la que ella tira con firmeza, le adora, lo admira por la altura a la que está y la belleza que tiene en su vivo color. Se emociona al ver unos cachorros jugar a perseguirse por el parque, baila un poquito por comer un helado napolitano y se une a un par de niñas saltando la cuerda. Poco a poco olvida que tiene el globo consigo. Por cada cosa nueva que le emocione, su agarre es más débil.

 Acurrucada en el regazo de su madre, la pequeña finalmente descansa, pues hasta la euforia llega agota. Dormidos, todos olvidamos que sostenemos algo o que en algún momento en nuestra mano había una cuerda que te unía a un globo rojo. Y así, se va lento al cielo, eventualmente se pierde en la inmensidad”