Karina Marroquín 

Lengua y Literatura Hispanoamericanas

Después de un breve sueño, despertaremos

eternamente

y la muerte ya no existirá. ¡Muerte, tú morirás!

John Donne.

 

 

Muerte, tú que sonríes cuando un alma vienes a buscar

que con oscuridad te presentas creyendo

que volverás atemorizar.

A ti te hablo, señora de un falso poder.

A ti te hablo, señora de oscuridad.

De una oscuridad adolecida por  su carencia de vivacidad.

A ti, que te has creído triunfante, por ganar, según tú,

la lucha contra la vida.

Tú, que a diario estás acechándome.

Que a diario me recuerdas, con tu afán de herir,

a los seres que me has quitado,

a los que has privado solamente de una vida.

Sí, sólo de una: la carnal,

pues somos eternos, en alma y en espíritu.

Y es esa alma y es ese espíritu lo que tú buscas.

Y cuando los encuentras, no te adueñas de ellos,

ya que tú, únicamente eres el medio que los conduce

a la continuidad de esa otra vida: la eterna.

Tu protagonismo dura poco,

tú llegas, no para matar en definitiva,

te apareces, simplemente, para dar prueba de la vida.

De esa vida que va más allá de ti.

Tú, querida muerte, eres brevedad.

Y así como te diviertes cuando ves sufrir a los seres que tientas,

 yo,

voy a divertirme,

cuando por fin te vea expirar.

Puesto que tú, a diferencia de la vida,

eres pasajera.

La vida puede dar pausa en esta tierra,

pero prosigue a dominios donde tú no puedes ingresar.

Por eso la envidias, porque la vida no es efímera como tú.

 

 

La vida trasciende,

ya sea para que el alma viva en gozo

o en condenación, ésta permanece.

En cambio, tu existencia es temporal.

Por eso, cuando sea el gran día,

el día del juicio final.

Tal como lo enunció Donne, tú,

amarga muerte, también morirás.

Y todos, a los que supuestamente mataste, vivirán.

Se jactarán de verte destruida,

de verte suplicante por un poco de vida,

pero tú, querida mía, a ella no tienes derecho.

De la muerta viniste y a la muerte volverás.