Soledad
Un estruendoso sonido, y el silencio reina.
Una oscuridad cegadora, y el amanecer llega.
Olas furiosas que en mansa arena mueren.
Un hombre triste, que nada lo consuela, lo anima, ni lo termina.
Mil costuras de arrullos, mil amores en un corazón herido, y este no retoña.
Atardeceres matutinos forzados por nubes grises, serán su eterna compañía.
¡Oh maldita soledad! Eterna de atardeceres grises, cuando fijas la vista y no ves nada.
Al sentir vacía la sala, atravesándole deseoso de que por ahí pase un poco de amor.
Quisquilloso tu pie tiembla, al son del no saber.
Se siente la falta, un hueco caótico que desvanece la paz mental.
Llena de finales felices se halla la vívida imaginación.
Entre el techo de la cama, y un yo pensativo; ralentizó al tiempo, mientras vivo con mucho amor.
Que cruel conciencia que responde al llamado de la realidad, resquebraja saber, escuchar el musitar de la verdad.
Ben Sion Cancino García