Caída

 

Un pequeño grano de arena 

en medio del frondoso mar; 

sigo estática, sigo aquí.

 

La puesta de sol que me acompaña

en mis inviernos, las olas componen

y descomponen sueños enteros y agrietados.

 

Estoy en lo alto pronunciando la caída;

la parte baja me grita que volveré a subir,

tocar el fondo para resurgir.

 

Las rocas grandes y pequeñas, mías,

de ellos, de Dios, de alguien, las hojas verdes

que me envuelven.

 

Desnudar mi alma y gritar a mil vientos;

he de reinventar cada una de mis raíces,

jugar con la marea.

 

Ahogar profundidades prohibidas, lento.

Probar la sal y naufragar mi propio exilio,

mi liberación será gloriosa después.

 

Al dejarme caer la arena amortigua,

las rocas enseñan, empujan, rápido.

Preparo mis pies, un destino.

 

Una vestimenta no tan mala, advierto a mi cuerpo

mis huesos lo saben, mis sentidos repiten el rito,

el agua espera a mojar mi boca desierta.

 

Finalmente ocurre, me dejo, soy yo.

Estoy rota, ahora puedo repartirme en piezas 

 a donde voy, puedo soltarme de nuevo y estar bien.

 

 

 María Guadalupe Álvarez Velasco