Un adiós sin ver
Te vi a los ojos y esta vez no me emocioné, ya no me palpitó el corazón como antes.
Sin embargo, tú no te diste cuenta como siempre solías hacerlo.
Te estoy dejando ir sin hacer ruido y, esta vez sin marcha atrás.
Te tengo en la punta de mis dedos para un adiós infinito, porque te encargaste de matar este amor.
Tus indiferencias fueron las armas perfectas para marchitar a la flor más bella de tu vida.
Erika Fabiola Hernández