Gabriela del Rosario Gómez Gutiérrez
Lic. Comunicación

 

Sin áspero dominio de mi cordura, escribo:


No es justo hacerlo, el sentir se quedaría tatuado en las letras de mi jodido pensar mientras el corazón impide el paso. Protesto contra lo que mi mente exige, escribir.


Sin embargo,
no puedo evitar intentar descifrar lo que hay dentro, después de que un color hiciera lo que hizo,
Intrigar, interesar, observar.


Un color nunca tuvo resonancia, ni respuesta, nunca tuvo tanto sentido hasta que los vi en tus ojos. Me despertó la sensación de querer imaginarme dentro de ellos, en un avellana que si el sol le presta unos rayos, los convierte en tormentas eléctricas y se reflejan en los míos como juegos pirotécnicos. Quiero observarme y pedirme que huya antes de dar con el último vagón que lleva hasta el fondo del alma.


Sin embargo, no se puede, la intriga prevalece y solo soy una espectadora de la magia y de la Luz que se puede ver en ellos,
Los abres y se esparce una luz que permite evidenciar la puesta de sol en el mar de las olas tranquilas,
Que regala luz a los lugares más obscuros; mente, vida, sueños
Que permite observar con firmeza las líneas que los cubren, las cuales de pronto se convierten en anzuelos que me llevan enredada en ellos para después sumergirme en un sentir sin pensar y dejarme caer.


Me sujetan y me observo aprehendida,
Sin pensarlo y perdida en el universo que me diste, mis dedos siguen las líneas de tu cuerpo cual dibujo plasmado desde el movimiento de tu muñeca al papel que envidio, porque te observa mientras inviertes tus imágenes y es que más que nunca abres tus ventanas para regalar luz a esa pequeña hoja sin sentido, hasta que la tomas y le das vida.


Como esa poesía que empieza en prosa y termina en tu boca, mis dedos comienzan como parte de mi cuerpo y terminan encontrando sitio en el tuyo.
Así mis letras sin prescindir quedar en mi mente se plasman en un papel que quiere hacer magia comenzando en tus ojos y terminando en el rosa de tu piel mientras se funde mi poesía con tu imaginación. El atajo perfecto al fondo de la cordura; el color de ellos se apodera de mi cuerpo entero sin pedir autorización alguna.


Observo;
Las líneas
Mi reflejo
Tu rostro,
Los ojos infestados de una fiesta de luces que encienden fuego a los sentidos de mi epítome de resurrección antes del adiós.