PLAGIO ACADÉMICO, DESDE LAS AULAS DE HUMANIDADES

Rafael Humberto Gómez Jiménez

 

Como equipo responsable de Letra Suelta en su edición XIV, nos encontrábamos en la segunda reunión junto al Comité Editorial conformado por coordinadores de las diferentes licenciaturas en la Facultad de Humanidades. Mientras los compañeros entregaban a cada docente los textos para ser revisados y seleccionados, los encargados del área de corrección y estilo, presentaron a la mesa el siguiente fragmento extraído del texto de uno de los participantes:

 

“Procuro olvidarte, siguiendo la ruta de un pájaro herido. Procuro alejarme, de aquellos lugares donde nos quisimos. Me enredo en amores...”

 

Fragmento que a la vez es parte de un verso de la canción Procuro olvidarte, del compositor Manuel Alejandro, y que llevara a la fama en los setenta el cantante español Raphael, retomada después por artistas como Alejandro Fernández y K-Paz de la Sierra.

 

“Eso definitivamente es plagio”, coincidimos los asistentes y automáticamente el texto quedó descartado para la publicación de la gaceta. Hoy en día ante estas situaciones se nos hace fácil pasar por alto expresiones, ideas, escritos que no coinciden con rasgos de originalidad, por el contrario, presentan redundancia y similitudes con textos ya publicados.

 

A esto se le denomina plagio y ocurre cuando se obtienen ideas o palabras escritas por autores sin reconocer de manera directa el haber realizado la consulta o bien al adjudicarse como propios trabajos académicos, periodísticos, literarios o de otra índole, de forma parcial o total sin ser los autores principales.

 

La sociedad normalmente tiene la idea de que en las aulas universitarias estas acciones dejan de llevarse a cabo, sin embargo, es donde más ocurren y se detectan diferentes tipos de plagios. Los estudiantes han normalizado este concepto y han hecho uso de ello cuando las situaciones rebasan sus límites o sienten que su historial académico no les favorece.

 

La Facultad de Humanidades no es la excepción, sin embargo, las últimas medidas que se han realizado proponen erradicar esta acción común entre educandos. En la práctica profesional, los docentes no toleran este tipo de acciones como es el caso de Raúl Ríos Trujillo, docente de Comunicación quien comentó que, dentro de su labor académica, el plagio solo puede definirse como robo, “cuando mis estudiantes cometen plagio anulo las actividades y tareas relacionadas con ella, si reinciden con otra acción igual o en mayor grado entonces conmigo reprueban automáticamente.”

 

Medidas especificas que todo universitario debe entender y tener en cuenta para su formación profesional, puesto que nuestra universidad mantiene códigos éticos que exponen acciones educativas para hacer frente a la situación: “Cuando un alumno comete plagio, transgrede principios como la verdad, legalidad, congruencia, libertad de cátedra y de investigación, el respeto, paz, justicia y autonomía universitaria siendo estos valores la base para orientar las acciones de trabajo”.

 

María Esther Pérez Pechá, docente de Lengua y Literatura Hispanoamericanas señala que es necesario que el alumno se informe y aprenda desde el principio de cada semestre las diversas acciones de lo que ella llama “un delito” que no es otra cosa si no el plagio. Pero a la vez destaca la importancia de enseñarles a los alumnos a citar correctamente junto con sus referencias y a generar sus propias opiniones, para no caer en el plagio.

 

Si esto ocurre la Ley Orgánica de la UNACH, desde el marco del capítulo I, señala en el artículo 138, que los alumnos serán responsables por la comisión al falsificar o alterar proyectos, actas de exámenes, certificados y documentos análogos, usar o aprovechar los propios documentos cuando la falsificación fuera imputable a terceros.

 

Ante está situación, ¿Cómo afrontamos los estudiantes de la universidad el plagio académico y las consecuencias que se derivan de ello?

 

José de Jesús López Avendaño, licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericana, quien fue estudiante de la Facultad, hoy actualmente ganador de premios nacionales sobre cuentos, comenta que existen ciertos límites entre el plagio y la influencia. La segunda es cuando la idea del otro se resignifica y se le agrega cosas propias, confundiéndonos y creyéndolas nuestras, solo por el hecho de agradarnos: “Para evitar el plagio en mis escritos, trato de seleccionar las mejores ideas, cuando la idea del otro es muy importante, sé citar textualmente y poner la respectiva referencia bibliográfica”.

 

Por su parte Karla Guadalupe Martínez Penagos, estudiante de Comunicación, recalca que procura leer e investigar mucho, tratando de sacar sus propias conclusiones, no ignorando las aportaciones, pero sí tratando de interpretar desde su criterio todo lo aprendido “Considero que desde el principio los profesores nos advierten que no debemos hacerlo, en caso de ser sorprendidos, estamos conscientes de que nuestro trabajo no tenga ninguna validez, solo así los estudiantes aprenden y se hacen responsables de sus actos, por eso tenemos que esforzarnos mucho”.

 

Si queremos erradicar el plagio, tenemos que aprender a generar nuestros propios criterios de investigación, ser cuidadosos a la hora de seleccionar y analizar temas, pero sobre todo al momento de citar y expresar ideas de otros autores. Todo debe iniciar desde las aulas, procurando que como estudiantes, podamos asimilar nuestra condición de aprendices y que eso resulte en la oportunidad para generar nuevas ideas y mejor conocimiento, sin la necesidad de tener que recurrir a este tipo de acciones.