Lucero Amairani Natarén de Lucio
Lic. Comunicación

Quisiera tener la paciencia de ella, a pesar del tiempo de no verlo, sigue ahí, esperando que él regrese como lo prometió.
Corre el día 599 de ilusiones. Aún cree estar enamorada.
Hace un poco más de dos años su novio le dijo que se iría de la ciudad por cuestiones de trabajo. Sólo estaría ausente por tres meses. Ella sabiendo su ritmo de vida, permitió que él partiera con la seguridad que ella estaría ahí para su regreso.
Pasaron tres meses y con ellos llegó el anunció que no volvería, “que le renovaron su contrato”. Con tristeza ella nuevamente le dijo que “la distancia no era nada, que aun cuando no lo viera sentiría el mismo amor por él”.
Él le llamaba, le escribía, -no discutían-, generalmente hablaban de lo que sucedía en el día a día. Al sexto mes de su ausencia. Ella recibe una llamada de él, -como siempre ella la recibía con felicidad y el anhelo de que él le dijera que ya vendría-.
Esta llamada fue la número 598, -pero no de ilusiones-. Él dijo que no sabía cuándo regresaría, pero que por el “bien de ella y para que no estuviera esperándolo, le deseaba lo mejor, que buscara hacer feliz a alguien más. Él comprendía que su inteligencia y juventud no eran eternas, y no deseaba ella siguiera haciéndose ilusiones con algo que era incierto”.
Ella, con lágrimas en sus ojos aceptó la decisión, -no del todo convencida-. Ella le expresó que cuando él regresara ella siempre iba a estar ahí. Él pidió le permitiera estar en contacto con ella, “si no una vez a la semana, por lo menos una vez a la quincena”. Ella aceptó.
Ella siguió con su camino, proyectos, metas, y de pronto llegó otra persona en su vida. -Ella no cree en el amor a primera vista, pero sí se sorprendió cuando conoció a esa persona “excepcional”. Conocerlo fue agradable-. Después de varias salidas iniciaron algo que “ni nombre tenía”; cuando decidieron darle uno todo cambió.
Comenzaron las discusiones, los celos, cuestionamientos absurdos. -Comenzaba a aburrirse, todo era monótono, sin duda eso se iría a la basura-, “nada cuenta, nada vale”. Él dijo estaría ahí para ella, pero no la llamaba regularmente, tampoco se veían seguido, mucho menos salían de paseo.
Un día la chica tuvo que viajar fuera de la ciudad. Él insistió en que viajara solo por dos días. Él se quedó, ella enfermó durante su viaje y no pudo regresar en esos dos días. -El médico que la atendió cambió sus planes por un mes-.
En ese tiempo, ella no recibía llamadas, ni mensajes de parte de él; cuando ella intentó comunicarse con él, notaba sus respuestas o su voz de maneras poco agradables, -su intuición nunca falla, ella comenzaba a notar más indicios de no importancia, pero tenía esa pequeña ilusión de que en su regreso quizá las cosas cambiarían-.
Al mes ella regresó; él había prometido que llegaría por ella, -nunca llegó, nunca se interesó-.

Con aún un poco de esperanza, ella decidió llamarlo para saber qué sucedió. Él jamás contestó; ella decidió sólo dejarle un mensaje con la frase: “ya entendí”.
Esa “nueva persona” se fue de su vida, -pudo darle una explicación, no lo hizo, ella tampoco lo intentó, ya había perdido demasiado su orgullo como para seguir intentando algo que ni recuerda cómo debía llamarle-. A su cabeza vino la frase que meses atrás él le dijo: “solo te pido que por favor no hables mal, ni bien de mí”. Para ella eso significó “ni siquiera existí en tu vida”. Aceptó.
Ahora han pasado tres meses de ese suceso, ella podría decirle que fue un cobarde, un imbécil por jugar con ella, pero no lo dijo, ella infiere que él lo sabe; ella siempre le preguntó qué realmente quería; si era una relación de noviazgo lo aceptaría, sino era así, lo pensaría, pero él dijo “la quería”.
Ella se encuentra feliz, agradecida por las experiencias que han llegado a su vida, no cuestiona nada, solo acepta los procesos; ella aún se ilusiona, ella aún ama, ella aún cree que algún día llegará esa persona adecuada. No quiere adelantar procesos, vive el día a día.
Ella se encuentra feliz, agradecida por las experiencias que han llegado a su vida, no cuestiona nada, solo acepta los procesos; ella aún se ilusiona, ella aún ama, ella aún cree que algún día llegará esa persona adecuada. No quiere adelantar procesos, vive el día a día.
En la madrugada del 14 septiembre 2018, la chica recibió una llamada a las 2 de la mañana. Era él, su “primer amor”, esa persona que dijo solo iría a trabajar fuera de la ciudad por meses. Le llamó pidiendo perdón. Él supo lo que surgió con “la nueva persona”, y no la cuestionó, -él le dio ese consejo-, él siempre estuvo al pendiente de ella, supo de las discusiones, de los celos, él solo le decía: “paciencia, paciencia”.
Él llamó para decirle que hoy viene a la ciudad por unos días, -ella pudo emocionarse, pero supone esta será la ilusión número 599. El no vendrá, una vez más jugará con sus emociones, él no vendrá-.