Andrés ta Chikinib

Licenciatura en Comunicación

-…El problema que iniciaste ha crecido, hasta los perros terminaste envenenando y la culpa de estos animales era porque revelaban tus actos que llevabas a cabo en las noches, a ellos no los podías asustar con cuentos como lo habías hecho con la gente- dijo Pedro Vásquez agente de la comunidad mientras revisaba en una hoja de libreta la lista de acusaciones.

Martín Shuk’obte’ tenía la cabeza agachada en frente del agente del lugar, y alrededor se oía el murmullo de la gente, a él ya lo tenían muy asustado, que hasta tartamudo se había hecho.

-Sé que no mememe creen, pero lololo que les digo es veverdad, envenené a los peperros porque me habían hecho papasar coraje y hambre, hace dos didías antes dedede la comida entro una jajauría en mi cacasa y se comieron mi cocomida de ese día que era un kikilo de carne de res que apenas había cocomprado. –Dijo sin que nadie le pusiera atención.

Entre las personas sentadas dentro del cabildo se levanta un señor de su asiento acomodándose el sombrero mientras se acerca al acusado…

-Con el permiso de ustedes agente y compañeros voy a decir dos, tres palabras. -Hubo unos segundos de silencio en la sala. -Ahora todo se entiende, tú estabas muy arraigado a esa idea desde un inicio, sí, que un joven de la comunidad de Nabenchauk cuyo nahual era un coyote y que salía en las noches a beber de la sangre de los animales, que muchos lo han intentado matar, que todos habían fracasado y que varios se han enfermado gravemente del ch’ulel quien se ha visto o enfrentado con el nahual de esta persona.

Debimos haber oído a los jóvenes estudiantes que caminan a diario desde temprano para ir a estudiar a la otra comunidad, que todo eso era puro cuento. Tanto nos metiste el miedo, tanto nos chamaqueaste que hasta fuimos con los maestros de la prepa a hablar para que los jóvenes entraran más tarde a clases para así evitar a que ellos se encontraran con el disque nahual. Los profesores oyeron atentos y entendieron nuestras preocupaciones. Tanta molestia causaste cabrón, fíjate, hasta los maestros de la preparatoria de Zequentic quienes tenían carro venían por sus alumnos hasta sus casas. Entonces los pobres estudiantes iban y venían como sardinas enlatados en los carros. Bueno, nomás te recuerdo todo lo que has causado.

Pedro Vásquez tenía la cabeza agachada oyendo las acusaciones, luego de terminar de oírlo mira al acusado y ve a la multitud para luego pronunciar mi nombre, Mal Chepa.

-Les voy a decir, yo también había creído en un inicio del nahual, pero como bien saben yo siempre me regreso caminando de la prepa, y cruzo por la comunidad de Ya’al Ts’i’; hace unos días oí a una mujer de esa comunidad quien decía que en una madrugada cuando oyó el alboroto de sus animales en el patio de su casa salió completamente desnuda con su tabaco y ajo en mano para protegerse del pukuj si fuera el caso. Lo único que vio fue la sombra de una persona que estaba siendo perseguida por los perros. Desde ese día dudé de la existencia del nahual. Como sabrán pues ayer muchos fuimos a las fiesta de la comunidad de Muk’tajok’. Entonces mis padres, mi hermanito y yo regresamos temprano de la fiesta, nos dormimos llegando y al poco rato me desperté con el ladrido de un sinfín de perros. Me asomé a la ventana y veo a una persona en medio de la jauría dando comida a los perros, luego me percate de la perrita de mis vecinos que ya venía de regreso en muy mal estado y vomitando, al ver esto desperté a mi hermanito y mis padres, me fajé la falda y agarré una vieja escopeta que tenemos. De tanto ladrido de perros él no se percató de nosotros hasta que ya lo tenía sentenciado con la escopeta y dijo que nomás quería alimentar a los perros. –dije ante los habitantes de Chikinibalvo’ y luego me dirigí al acusado. – Todos saben que estas en culpa, ni tus familiares vinieron a tu sentencia para apoyarte.

-Mis fafamiliares se fueron a lalala fiesta y ahí se quequequedaron a dormir- dijo

-No hay más que decir, ya viene una patrulla de la cabecera municipal para que este problema se termine por arreglar hasta allá, ya que afectó a otros parajes. –Finalizó Pedro Vásquez.

Con el murmullo de los chismes de la gente del paraje nos salimos del cabildo. Llegó la patrulla y todos se sorprendieron asustados, “¡Dios, qué demonios!” dijeron cuando vieron a esa personas amarrada arriba de la patrulla con facciones de un coyote. “Miren al come gallinas, apenas lo pasamos a recoger en Ya’al Ts’i’” dijo uno de los que venían a bordo con él…

 

-Todo lo que le he contado profesora es lo que pasó ese día y lo demás pues ya sabe…

-Que bien que todo se aclaró Mal Chepa, que hasta a mí se me había metido el miedo y hasta ya temía venir a darles clases…. Bueno pues hija, aquí te dejo.

-Va profe, gracias por el aventón. Kolaval.

-Ok’ob to me.