Jairo del Carmen Galdámez Gómez

Lic. en Comunicación 

 

- Qué extraño es estar en una escuela tan diferente

Susana tomó una porción de la ensalada que Karen había llevado para el almuerzo. Habían sido mejores amigas desde secundaria, pasaron todos los recesos juntas en preparatoria y ahora lo hacían en la universidad, ambas eligieron la misma carrera y por suerte quedaron en el mismo grupo.

- Es bonito poder conocer gente nueva, como Gerardo - mencionó Karen.

- A mí no me agrada, es demasiado hablador.

Karen siguió disfrutando de los hotcakes de Susana, tomando un bocado y luego otro, y con la misma constancia fue tomando un receso, y después otro; un día más, en el que Karen no almorzaba con su mejor amiga, se sentaba ahora con Gerardo en la hora que tenían libre.

Susana, por su parte, se quedaba sola, estaba muy enojada, pero no decía nada, en el salón, nuevamente se sentaba junto a su inseparable amiga, aunque quizá ese adjetivo ya no las describía tanto.

- Oye, ¿salimos hoy?

 – Susana se tragó las malas palabras que pasaron por su mente cuando por vigésimo sábado Karen estaba ocupada (con Gerardo). Del mismo modo se tragó las lágrimas el día que supo que él y su mejor amiga eran oficialmente pareja. Dejaron de ser “las dos por siempre” y aumentaron a tres, luego disminuyó el número a dos de nuevo. 

Susi nunca había tenido pareja, y era primera vez para Karen, ambas estaban convencidas de que no necesitaban a nadie y que ellas eran la mejor compañía que tenían, hasta que Karen decidió que no estaba segura de ello. Poco a poco dejaron de hablarse, la esperanza de que Gerardo fuera un cretino permaneció con Susi, se alejó y dejó de buscar a Karen.

 - Ya vendrá llorando cuando él le rompa el corazón.

Pasaron los años, Gerardo y Karen terminaron; al igual que Susana se graduaron de la universidad. Tiempo después, Karen se casó, tenía un matrimonio feliz y un buen trabajo. Una noche, al terminar su turno, decidió caminar hasta su casa, tenía tiempo y quería hacer algo de ejercicio. El frío que hacía desapareció al tiempo que su cara se llenó de calor, frente a ella caminaba Susi, ella llevaba restos de pastel en un plato, era justo el día de su cumpleaños, se le veía feliz. Karen recordó de pronto todos los días hermosos que había pasado junto a su “mejor amiga” (que lejano y falso sonaba aquello en su mente) se sentía muy arrepentida y por un momento pensó en acercarse a ella y darle la caja de chocolates que llevaba para su hija.

Susana también se dio cuenta de la presencia de Karen, hacía tanto tiempo que no la veía y no había cambiado nada, ella ni siquiera sabía qué había sucedido con Gerardo, pues se había cambiado de turno en la universidad y nunca volvió a dirigirle su atención. Bajó la mirada y para evitar el incómodo encuentro, aunque pensó que tal vez Karen ya ni siquiera la reconocería.

La duda de qué pasaría quedó ahí, en el momento en que alguien detuvo el coche y recogió a Susana. Karen tenía la mano dentro del bolso, tocando los chocolates, así como las lágrimas tocaban suavemente sus mejillas, mientras los recuerdos la hacían odiar sus decisiones. Después de esa noche no volvieron a verse, y los momentos que compartieron se cerraron con la llave del pasado.