“Final”
Eduardo Cortés Ruíz
Licenciatura Comunicación
Y ahí estaba él…
Observando desde una distancia segura, desde el frío del vasto espacio, como si todo era consumido por ese mismo todo. El Ente observaba, rehusándose a despedirse de sus camaradas, compañeros, familia, amigos y toda su raza, quienes afrontaban su propia destrucción inminente, un evento en el que no había más culpables que ellos mismos; puesto que sus contemporáneos, de naturaleza casi divina, con su insaciable hambre de poder y riqueza, desataron guerras y conflictos por todo el universo hasta ese momento conocido, lo que resultaba en la destrucción de planetas enteros y el sometimiento total de sociedades inocentes, quienes sufrirían las consecuencias de los actos y la crueldad de sus nuevos amos. Muchas razas perecieron a causa de la esclavitud, y las que no, morirían de hambre poco después, mientras que estos seres gobernantes vivían en la riqueza y la gloria de sus triunfos. Los conquistadores ejercían tanta tiranía sobre sus esclavos que jamás hubo un solo levantamiento rebelde por parte de estos, o al menos, no uno que se recuerde; como era de esperarse, su imperio se expandió hasta los confines del universo tan rápido y con tanta fuerza, que se vieron en la inusual situación en la que ya no tenían nada más que conquistar, así que lo único que les restaba era enfrentarse entre ellos mismos y acabarse unos a otros sin el mínimo remordimiento, lo que formaría su sexta gran era, la última, antes de que se vieran enfrentados a su karma. La clave detrás de su arrasante conquista y poderío militar yacía simplemente, en su mismo ser, pues estos seres, los autoproclamados Vulne eran de capacidades sumamente asombrosas, con habilidades naturales solo imaginadas por el hombre actual; las cuales constituyeron la base de su cultura, y, por ende, de su sociedad. Cuenta uno de sus informes que, para acabar con uno de los suyos, un líder rebelde extremista, este fue atado a una estrella enana, que luego fue destruida por completo. Era lo común, se decía a sí mismo el “Ente”, quien, siendo impulsado por sus más profundas emociones, empleaba todo su poder para evitar la contracción del universo con sus propias manos, el desgaste era sorprendente, pero la determinación del Ente era aún mayor. Pero, estando a punto de conseguirlo, un solitario pensamiento cruzó por su mente: “¿Qué vendrá después?” ¿En verdad su mundo necesitaba esa última oportunidad? Después de todo, ellos eran un peligro para todos en el universo, incluso, para sí mismos; no había otros culpables de lo que ahora acontecía más que los propios Vulne; destrucción y muerte les seguirían sin importar al lugar que fueran, nunca estarían satisfechos con la sangre derramada, y eran muy obstinados como para cambiar por su bien, menos si el cambio merecía tener compasión por alguien que no fuesen ellos, ¿merecían vivir para morir después solo por su propia mano? O ¿acaso el evento catastrófico que desencadenaron a causa de su egoísta manejo del espacio y la realidad no era el último esfuerzo del universo para borrarlos de una vez de la existencia? El Ente recapacitó, y tomó una decisión que cambiaría el curso del universo para siempre, dejó de sujetar y alejó su ser de la gran masa que yacía ante él para presenciar cómo ésta acababa su ciclo, para después, en el oscuro vacío de la existencia, no haber nada, y de ahí, un gran bang.
Y ahí estaba él...
Observando el inicio de todo…
...Y contemplando su propio final.