Charla
Sergio Omar Pérez Méndez
Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas
Así que ya has llegado, podría decirse que te he estado esperando por algún tiempo. ¿Gustas tomar asiento en lo que terminamos?, bueno, te prepararé un té y para mí un café, siento no poder ofrecer más para ambientar nuestra última charla. Trata de entender que nunca quise que fuera de este modo, verás, siempre lo intenté, di lo mejor de mí para que esto funcionara. Dios sabe cuánto hubiera querido que las cosas sucediesen de otra forma, que no estuviéramos aquí en este momento, no de este modo claro, pero supongo que tuvo mejores cosas en que ocuparse, mejores planes que idear, eso es lo que todos dicen ¿no? Bueno eso ahora ya no importa. En los momentos que te sentía más cerca mantuve el ánimo, lo más alto que podía, luché porque cada instante valiera la pena, intenté soltarme de todos los yugos con los que he venido cargando hasta ahora, toda mi vida, literalmente, te la estaba poniendo en tus manos para que dispusieras de ella lo mejor que te placiera, pero nunca te acercaste tanto como para asegurarme que estarías conmigo, nunca llegaste del todo para saber que era el tiempo de irme contigo, de dejar todo atrás. Luego desaparecías, así como te habías mostrado. Y cuando estabas lejos, peleaba por mantenerme tranquilo, aunque estuviese tan decaído que no parecía haber mañana, lloraba como no tienes idea, me aferraba a lo que conocía y que nunca, nunca desapareciera nada, mi vida cobraba un poco de sentido (un poco, lo suficiente). Me alegraba en cierto modo ver un nuevo día, aunque no supiera qué me deparaba la noche, ni siquiera si lograría atravesarla, pero heme ahí, esperanzado por saber qué pasaría, incluso hacía planes, sí, sí, ya sé que parece algo ilógico, pero así era, supongo que eran mis momentos de mayor claridad, pues si no eran esos, entonces no sé. Pero entonces, tú aparecías, con tu tez pulcra, para volverme loco otra vez, una y otra vez sucedía lo mismo, cuando luchaba por mi estabilidad, llegabas y echabas a tierra todo esfuerzo, volvía a ser un gusano que se arrastra por la tierra, siguiendo sólo tu estela, esperando que giraras a verme y me dijeras —ven—. Y hoy, por fin te presentas, después de que te añoré, después que te lloré, luego que te aborrecí y te maldije. Has llegado y has entrado a mi casa, como si hubiese sido siempre tuya, como si la hubiese construido sólo para ti, para cuando te dignaras a venir (quizás así fue, qué importa ya). Y vienes con tus vestidos negros, los más oscuros y galantes con los que te he visto (¿eso es señal de que soy especial? Claro tienes razón, no lo soy), pero te hacen ver tan blanca, mucho más que siempre, eres algo hermosa después de todo. Pero ahora, sé que no vienes solo de paso, vienes a quedarte, no, creo que la expresión correcta es que me iré contigo, si, al final de cuentas de eso he estado hablando todo este tiempo. ¿Si estoy listo? Bueno, eso ahora ya no importa, porque realmente no lo sé, ni estoy feliz, ni tampoco me consume la tristeza. Creí estar preparado desde hace mucho, luego tuve miedo y ansiedad, pero ahora estoy tranquilo y creo que con eso basta. ¿Sobre la depresión?, sí claro, hice un gran esfuerzo por sobrellevarlo, pero no he podido, es realmente difícil, es una sombra que nunca se va del todo… Entiendo que el cansancio te domine, yo también estoy agotado, pero en calma, no hay más, espero también puedas calmarte al final. ¿Has terminado tu té? Bien mi último trago de café. Bueno ¿nos vamos ahora? Perdón por haberte hecho esperar. Ahora, que tu guadaña sea certera.